Guatemala, desde antes de la colonia, estuvo ubicada en territorio plurinacional. El territorio mesoamericano siempre estuvo poblado por diversidad naciones originarias, entre ellas, la maya en sus diferentes expresiones. Los españoles que se introdujeron violentamente iniciaron relaciones asimétricas con las nacionalidades originarias, provocando racismo y discriminación por parte de los recién llegados hacia estas naciones. Esta relación continuó después de terminada la colonia en el Estado republicano, en sus diferentes expresiones políticas e ideológicas, hasta la actualidad.
Abordar el tema de la democracia, requiere hablar de Estado y pluralidad. A pesar de la plurinacionalidad existente, el actual Estado de Guatemala no realiza ningún esfuerzo para construir relaciones y participación en igualdad de condiciones con las naciones que la conforman, mediante la interculturalidad, para promover una verdadera democracia.
La pluralidad nacional es un hecho real, innegable, pero se ha mantenido, por cerca de 500 años a partir de relaciones de racismo, discriminación, exclusión y sometimiento sobre los nacionales originarios por parte de los nacionales intrusos y élites dominantes, más allá de las típicas relaciones de clase.
La falta de ejercicio de democracia real que mantiene excluida permanentemente a la mayoría de naciones que integran el Estado de Guatemala, produce pobreza, desnutrición, exclusión social, migración, corrupción, mala calidad de los servicios públicos, entre otros; porque la democracia en el país es solo formal, electoral y excluyente; de ahí, la necesidad de promover su ejercicio real que en Estados plurinacionales requiere de la construcción de interculturalidad que se vea reflejada en todas las instituciones y políticas de Estado.
En la última Constitución Política de la República Guatemala, promulgada en 1985 y reformada en 1993, no existe ninguna norma que reconozca de forma expresa la pluralidad nacional o plurinacionalidad, salvo los artículos 58, 66 y 4, que contienen el reconocimiento de la identidad cultural individual y colectiva de los grupos étnicos de ascendencia maya y el derecho a la igualdad. Es el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas el que reconoce de forma expresa la multietnicidad, pluriculturalidad y multilingüismo del Estado de Guatemala, que además es un compromiso de Estado según la Ley Marco de los Acuerdos de Paz. Sin embargo, de esa Constitución han transcurrido 38 años y los organismos del Estado aún no han implementado las políticas e instituciones que desarrollen tales normas y que permitan la participación efectiva de los pueblos originarios en la construcción de la sociedad plural y su participación en el desarrollo social, económico y político.
El Estado de Guatemala fundado desde una visión uninacional, centraliza el poder del Estado, la actividad política y administrativa, las fuerzas de seguridad, el sistema de justicia, la recaudación fiscal, el control territorial; homogeniza a la sociedad, el sistema educativo unilingüe, oficializa una sola cultura y un solo idioma, y la religión cristiana, como ocurrió hasta finales del siglo XIX; abolió la esclavitud, pero creó ciudadanos y ciudadanas sin derechos, delimitó el territorio en propiedad privada y desaparece los territorios de las naciones originarias, legaliza una sola nacionalidad: la guatemalteca, que ha servido de excusa a las élites para excluir los derechos propios de dichos pueblos originarios.
Sin embargo, la democracia como sistema político y forma de gobierno que debería facilitar y promover la toma de decisiones trascendentales para la vida social y económica del país, la forma de elegir y controlar a los gobernantes mediante la intervención de todas las personas, grupos y naciones, directamente o mediante representación (democracia directa y democracia indirecta o representativa) en Estados plurinacionales, requiere la construcción continua y permanente de interculturalidad, que permita en igualdad de condiciones la participación de todos y todas en los asuntos públicos, respetando la autonomía, las instituciones y autoridades propias de las naciones originarias y no solamente en la idea de democracia occidental egocéntrica y excluyente de otras formas “democráticas” en la participación y toma de decisiones.
El ejercicio de la democracia en estados uninacionales resulta imposible si falta la construcción de interculturalidad. Guatemala, formal y jurídicamente es un Estado uninacional, con señas de pluralidad como lo establece la Constitución Política de la República y las sentencias de la Corte de Constitucionalidad; pero esto es poco perceptible en la vida cotidiana, las instituciones y políticas de Estado.
El ejercicio democrático en el contexto real del país, requiere de la construcción de un Estado intercultural para el reconocimiento de la existencia de los distintas nacionalidades y pueblos dentro de un mismo territorio, reconociendo y haciendo efectivo sus derechos y sus propias formas de gobierno y autonomía, que el Estado uninacional y monocultural, heredado desde la colonización europea, no reconoce para construir un Estado plurinacional, es una necesidad construir interculturalidad, porque en Guatemala la plurinacionalidad es real, es un hecho innegable; pero que no se ve reflejado en la organización del Estado y la consciencia social. Sin esas condiciones la idea de democracia en Guatemala no es más que una idea ausente de sus pilares fundamentales.